Consecuencias del Incesto y el abuso sexual de los niños

El abuso de niños presenta un desequilibrio sistémico en la ley de la jerarquía y en la ley del equilibrio (adulto da / niño recibe) según Bert Hellinger.

El niño, detrás de la dinámica del incesto, es entregado como objeto de compensación de faltas y / o enmarañado entre los padres adultos. Generalmente en esas dinámicas, ambos padres están implicados. No es una regla, pero la experiencia nos muestra lo que Bert nos dice, que hay un abusador activo y en un segundo plano, la eminencia parda pasiva (la madre o cuidadora).

¿Cuáles son los pasos que provocan la curación en estos casos?

  1. Ayudar a la víctima abusada a salir de su fragilidad infantil, y liberar su culpa, encarando su dolor.
  2. Ayudar a que recupere su dignidad y su fuerza, honrando su destino y de todos los implicados.
  3. Reconocer el ‘placer en la inocencia de la curiosidad infantil’ como un momento del desarrollo, a pesar de adelantado.
  4. Reconocer y liberar el ‘vínculo negativo’ entre el niño y el abusador (víctima-perpetuados). La indignación y la recriminación aumentan el vínculo negativo y la culpa, recreando el dolor y el desequilibrio.
  5. ¡Liberar el dolor que se perpetúa en los perpetuados !! En ese instante, se da al autor del abuso un lugar en la compasión de la víctima. ¡Y la víctima queda libre del vínculo negativo!

¡Esa enseñanza revolucionaria que Bert Hellinger nos hace reconocer, provoca toda la diferencia!

Al llegar en ese paso, todos los implicados se alivian, pues el intrincado se disuelve. El relajamiento de la tensión de los cuerpos, señalan que se reinstaló el ‘flujo de la Vida’.

En las dinámicas trabajadas aparecen diferentes enredos de los abusadores: locura, deficiencia mental, compensación por la alta incidencia de la muerte en el sistema.

En todos los casos, la paz de los involucrados y el restablecimiento del flujo de la Vida sólo fue posible, deshaciendo el vínculo negativo y honrando el destino de todos los implicados. ¡La indignación cede lugar a la compasión en los corazones!

 

Graciela Rozenthal